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sábado, 20 de agosto de 2011

¿QUÉ HACER?

             
M
uchos bebés realizan actividades repetitivas (como chuparse el dedo, golpearse la cabeza contra algo, mecerse, etc.) para auto consolarse o descargar tensiones. En general se trata de hábitos que comienzan como exploraciones normales de modos de hacer frente al estrés, pero que se hacen problemáticos cuando el niño está bajo mucha tensión o cuando los padres reaccionan en exceso.

Cuando un niño se auto agrede es necesario detener estas conductas en algún momento, y guiarlos para que no pase a mayores.

Estos comportamientos suelen generar gran alarma en los padres, y en consecuencia, intentos por reprimirlos y controlarlos. Sin embargo, esta reacción de los padres genera que el comportamiento del niño se refuerce y comiencen entonces a utilizarlo como una forma de rebelión frente a sus progenitores.

Por otra parte, la edad en que se encuentre el niño es importante ya que en este caso está marcada por profundos cambios. El caminar (o el estar en vías de hacerlo) produce una especie de “revolución”. Esto puede hacer que el comportamiento del niño se desorganice temporalmente para reorganizarse una vez que el logro de la marcha se haya consolidado.

Es importante consultar con el psicólogo o pediatra y resolver de manera conjunta todas las dudas sobre el niño. También es necesario asegurarse de que el niño no se haga daño (por ejemplo, proteger las superficies sobre las que se golpea la cabeza).

Finalmente, intentar comprender el origen de la conducta: ¿existe algún cambio en el ambiente que haya podido estresarlo? ¿Por qué demanda más atención?

Abrazarlo, contenerlo, dándole cariño pero mostrando serenidad, con un tono de voz suave que calme su ansiedad es lo mejor.

Desviar su conducta y empezar a jugar con él es otra opción que puede dar resultado.

CAUSAS DE LA AUTOAGRESIÓN

   
Desarrollo del ego

T
anto los berrinches, rabietas, o cuadros de enojo exagerado representan el choque de la personalidad en el desarrollo evolutivo del niño con la voluntad de sus padres.
El niño en búsqueda de demostrar su poder, de querer realizar las cosas a su manera y de llamar la atención recurre a estas formas y en muchas ocasiones esta conducta se ve incrementada si logra su cometido (llamar la atención).

Los padres deben saber que un episodio de este tipo mal manejado puede ser capaz de terminar en un hábito. El niño capta rápidamente que este comportamiento le trae beneficios, logrando que los padres cumplan con sus deseos. Sin embargo, no por esto hay que pensar que este tipo de reacciones tienen como base la mala intención o maldad, sino simplemente es la búsqueda de una satisfacción secundaria, es decir, ¿qué consigue el niño al comportarse de esa manera?




Inseguridad

L
a inseguridad generada por cualquier circunstancia es una causa de peso para producir estos episodios (ansiedad de separación en los niños pequeños, por ejemplo).


Disciplina, laxa, sobreprotección versus disciplina rígida.

E
stos cuadros se ven con mucho más frecuencia en niños sobreprotegidos y que no fueron educados con una adecuada disciplina. El niño se da cuenta que al igual que con sus berrinches, por ese medio puede conseguir lo que quiere.

Por otro lado, también con una educación basada en una disciplina muy estricta puede causar este comportamiento. Por eso los profesionales de la salud insistimos en la búsqueda del equilibrio al proteger, guiar y educar al niño; por medio del sano ejemplo y siendo firmes y consistentes pero no rígidos en el trato con el pequeño en el momento de descontrol.



 
Padres dubitativos

S
i los padres no demuestran seguridad, lo único que se logra es que el niño se siente confundido y facilita la presencia de berrinches, agresiones y autoagresiones.

Si un padre o madre prohíbe algo y el otro lo desautoriza frente al niño, se le está dando un doble mensaje que lejos de ayudar, trae consigo más problemas e instaura esta conducta.



Por imitación

E
l niño que ve al padre o a la madre que se descontrolan, que son presos de su mal humor, que tiran objetos y golpean puertas tiene un ejemplo a seguir, o los padres que se muestran inseguros o ansiosos frente a determinada situación, les trasmitirán esta misma angustia al niño.




 

Demostración de nuevas habilidades

E
l niño también demuestra de esta manera su inicio en la toma de responsabilidades y muestra así también las habilidades que va adquiriendo con su desarrollo.

Por ejemplo los padres con la intención lógica de evitarle posibles accidentes pueden no permitir ciertas actividades que recientemente el niño ha aprendido y esto afecta el orgullo del pequeño produciendo enojo y frustración que no sabe manejarla y que la demuestra a través de la autoagresión.




Inteligencia
E
stos tipos de episodios no tienen relación con el nivel de inteligencia del niño, pudiendo aparecer tanto en niños muy avanzados como en aquellos que sufren retardo mental.





Impaciencia, cansancio y problema de pareja entre los padres

M
uchas veces los padres suelen estar agotados por lidiar todo el día con un niño exageradamente irritable, lo que hace también que ellos se agoten. Esto hace que el cuadro pueda potenciarse y formar así un círculo vicioso inagotable.

Otro factor a destacar es el caso de familias donde existen problemas de parejas. Esta situación produce tensión en la vida cotidiana y repercutiendo en la personalidad del niño (independientemente de la edad, los niños son expertos en el lenguaje no verbal). El primer paso para resolver estos cuadros es el de una sana autocrítica en cuanto a la relación familiar y la búsqueda de un equilibrio.

La autocrítica debe ser realista pero positiva, no sirve si se asume autocrítica como reproche. En base a esta autocrítica realizar acciones para el cambio.



CARACTERÍSTICAS DE LA AUTOAGRESIÓN

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·        Quienes se agreden buscan con frecuencia liberarse de sus pesares y tormentos.

·        Presentan vulnerabilidad, que han visto o escuchado de sus compañeros amigos o conocidos como una manera de calmarse.


·        Es una equivocación que los padres piensen: mi hijo no tiene nada, lo hace porque copia lo que ve en la tele o en el internet.

·        Se presentan cambios conductuales, como que los adolescentes se vuelvan retraídos, solitarios, que dejen de disfrutar de actividades con las que gozaban previamente o si pasan largo tiempo encerrados.


Los padres deben aprender a contener las emociones de sus hijos, promover modelos sanos de expresión emocional para que ellos se sientan acompañados, sobre todo en los períodos más críticos” es importante que los conflictos “se resuelvan al interior de la familia, para que éste represente un lugar en el que se sientan acogidos y puedan comunicar sus experiencias, tanto negativas como positivas”.

L
o que indica este tipo de conductas es que se está haciendo un llamado de atención y un grado de frustración elevado al no lograr lo que se desea.









AUTOAGRESIONES


D


esde hace tres meses que Esperanza ha manifestado estados anímicos de tristeza. Su pena es tan grande que a cada rato rompe en un llanto compulsivo, imposible de controlar. Le cuesta dormir por las noches, su apetito ha disminuido y el rendimiento escolar anda por el suelo. Siente el pecho apretado. La angustia parece dominarlo todo.

Demasiados padecimientos para un adolescente de sólo catorce años. Pero no es lo único a lo que la muchacha debe hacer frente. Sus padres, con quienes vive, atraviesan por un serio conflicto familiar y cada vez que los oye discutir se encierra en su habitación y se inflige cortes en sus muñecas y antebrazos.


¿POR QUE LO HACE?

Según ella, cuando se lesiona su propio cuerpo es capaz de obviar las peleas de sus papás. Es su única forma de calmar esas aflicciones. Con eso pasa la angustia. Luego, limpia sus heridas, se recuesta en su cama y, por fin, logra conciliar el sueño.

Esperanza carga con lo que los especialistas en salud mental denominan Síndrome de Autoagresión.

“Un conjunto de síntomas que comprometen las emociones y que está caracterizado por episodios reiterados de descarga de angustia, ira y frustraciones a través de heridas provocadas en el propio cuerpo.

El síndrome de autoagresión puede verse asociado a trastornos del ánimo severos, incluyendo el trastorno bipolar –en el que el individuo oscila entre episodios depresivos y otros de euforia o manía-, también a experiencias traumáticas de la infancia o serios compromisos de identidad. Paralelamente se relaciona con una baja autoestima, intolerancia a la frustración, descontrol de impulsos y disfunción familiar.

De manera directa y visible se proyecta a través de formas "exageradas" de expresar enojo o frustración, por medio de berrinches, tirando cosas, rompiéndolas o peor aún auto agrediéndose: se golpean la cabeza, se arañan, gritan, se jalan el cabello.


 



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